La tentación de un duque by Jillian Hunter

La tentación de un duque by Jillian Hunter

autor:Jillian Hunter
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2010-08-09T22:00:00+00:00


Capítulo 21

SAMUEL lanzó su manuscrito contra la pared y con el ceño fruncido por sobre sus gafas de montura de alambre, miró a la mujer que estaba atada, con las cintas de su delantal, a los brazos de una silla de respaldo ovalado. Tenía deseos de arrancarse el cabello.

- No escribí esa línea. Además, si lo hubiera hecho, Juliette no le gritaría como una bruja rabiosa a Sir Renwick. ¡Dios!

Marie Elaine hizo una pausa respetuosa, mirando las páginas en su regazo antes de estallar en un apasionado desacuerdo.

—Juliette no gritaría o hablaría así al Sir Renwick que la audiencia ha llegado a amar y odiar, si este capítulo tuviera el más mínimo sentido. Él va a clavar una espada caliente en el corazón de Lord Michael ¿Por qué iba a pensar Juliette que perder su dignidad va a cambiar algo?

Samuel se quitó las gafas.

—Lo cambia todo. Los objetivos de Lord Michael. La venganza de Sir Renwick. De Juliette... la lealtad. Tal vez cuando sus fundamentos políticos sean revisados, cambiará el curso de la historia inglesa.

—Quizás cambiará la historia de esta casa —comentó Emmett desde la chimenea, donde se encontraba con un cuenco sobre la cabeza, él y su hermano gemelo, Ernest, interpretando dos parlamentarios esperando matar a Lord Michael.

Marie Elaine agitó sus muñecas atadas.

—¿Puede desatar las cuerdas del delantal? Si no voy a perder mi virginidad, debería asegurarme que la señora Halford no se olvide del caldo que puso al fuego antes de irse a la cama con su botella de brandy.

Por encima del hombro, Samuel sacó de su escritorio un afilado abrecartas.

—No corte las cuerdas — protestó ella—. Lo haré yo misma.

Él bajó su brazo, y luego se quedó inmóvil, siguiendo con la mirada el característico sonido de pasos ligeros atravesando la galería del ala oeste.

—Te dije que ese grito era sobrenatural —dijo malhumorado—. Ella va a pensar que tenemos una orgía.

—Bueno, no sería la primera vez —dijo Emmett desde la chimenea—. Uno ficticio, quiero decir, Su Gracia.

Samuel quitó el sable de su vaina.

—No era exactamente la impresión que quería dar a la señorita Boscastle en su primera noche en la casa.

Bickerstaff, el mayordomo, comenzó a recoger las páginas dispersas del manuscrito, mientras Emmett y su hermano escondían los accesorios de la escena detrás de un altísimo gabinete chino.

—No habría tenido ningún motivo para una mala impresión si Marie Elaine no hubiera chillado como para derribar las vigas.

Marie Elaine por fin logró desatar los nudos de su delantal con los dientes.

—¿Qué mujer racional no gritaría en un salón lleno de soldados esperando matar al hombre que ama? ¿Y de ser violada, al mismo tiempo por el otro hombre que ama?

Samuel se detuvo, a medio camino de la puerta, y la miró.

—¿Estás diciendo que Juliette ha estado enamorada de Sir Renwick desde el principio?

Ella metió un mechón de brillantes rizos bajo la gorra.

—Bien, eso es lo que este capítulo implica. Sólo estoy dando mi impresión.

Samuel alzó la vista a la puerta que daba a la oscura galería. No había nadie allí.



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